El nitrógeno es un componente esencial de las proteínas presentes en los cereales, ya que representa entre del 16% y el 19% de su masa proteica. Además, es vital para que las plantas verdes desarrollen hojas sanas, ya que forma parte de moléculas clave como la clorofila.
Para que el nitrógeno atmosférico (N2) pueda ser asimilado por los organismos, debe ser fijado en formas inorgánicas como el amonio (NH4+), los nitritos (NO2−) y los nitratos (NO3−). Durante las tormentas, la intensa energía de los rayos facilita la reacción entre el nitrógeno y el oxígeno del aire, generando óxidos de nitrógeno (principalmente NO y NO2).
Estos compuestos se disuelven en las gotas de lluvia y, al precipitarse, enriquecen el suelo con nitratos. Se estima que este proceso natural de fijación por rayos contribuye de manera significativa a la disponibilidad de nitrógeno en los ecosistemas, con una producción anual global que podría oscilar en varios millones de toneladas.
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