El Manzanillo de Playa: La Belleza Mortal de la Costa

El manzanillo de playa (Hippomane mancinella), conocido también como “árbol de la muerte”, es una de las especies más peligrosas del mundo. Crece en las zonas costeras tropicales de América, desde Florida y el Caribe hasta México, Centro y Sudamérica, a menudo tan cerca del mar que puede confundirse con otras plantas inofensivas, incluso con algunos mangles.

A simple vista no parece amenazante: tiene hojas verdes brillantes y un fruto pequeño que recuerda a una manzana dulce, pero es precisamente ese aspecto lo que lo vuelve tan engañoso. 

Toda la planta es tóxica. Su savia blanca y lechosa contiene compuestos capaces de provocar graves quemaduras y ampollas con solo tocar la piel, y cuando llueve, las gotas que escurren por sus hojas pueden irritar la piel o los ojos. Comer su fruto puede causar inflamación severa en la boca y la garganta, vómitos, diarrea e incluso poner en riesgo la vida, y ni siquiera la madera es segura: al quemarse, el humo irrita los ojos y las vías respiratorias. 

A pesar de su mala fama, el manzanillo cumple un papel importante en el ecosistema costero, pues ayuda a estabilizar la arena y actúa como barrera natural contra las tormentas. En algunas playas se marca con letreros o pintura roja para advertir a los visitantes, aunque antiguamente su toxicidad se aprovechaba como arma, untando savia en flechas o usando su fruto como trampa. Es un árbol hermoso a la vista, pero al que conviene admirar siempre a distancia.

Imagen: Hippomane mancinella (fruit), por Hans Hillewaert,
bajo licencia CC BY 4.0.


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